RETÓRICA

Ignorantia legis nocet. - La ignorancia de la ley es culpa

Ignorancia e indiferencia

Es parte de la cultura del mexicano, exigir derechos pero incumplir obligaciones. Eso lo vemos en diferentes ámbitos de la vida y de la sociedad. Pedimos, y hasta exigimos, pero no damos o no participamos. Criticamos, pero no proponemos. Vemos que las cosas empeoran y somos omisos, desidiosos, indiferentes.

Esto lo acabamos de constatar en las elecciones del domingo pasado, en el Estado de México y Coahuila. El promedio de votación fue de sólo la mitad de la lista nominal. Es decir, de doce millones de ciudadanos, sólo votaron seis millones. Lo que quieren decir estos números, es que al 50% de la sociedad no le interesa participar en las elecciones, no le importa quién gane y le vale un comino el futuro del país.

El voto es un derecho, lo que fundamenta la democracia. Por lo tanto, votar debería ser obligatorio. ¿Qué pasaría si para todo trámite, en cualquier dependencia de gobierno, se exigiera la credencial de votar, debidamente marcada, probando que se ha ejercido el deber de votar? Obligatorio, si no votas, no exijas. Ta vez así seríamos más responsables. Los que ganan, no ganan por los que votan sino por los que se abstienen. Total desidia e indiferencia, que al país le cuesta muy caro.

El costo de organizar un proceso electoral es muy alto. Todo lo que implica el capital humano, el material electoral, la credencial para votar, las boletas electorales, etc. resulta muy costoso. Sólo de esa manera se acerca la democracia al domicilio de los ciudadanos. No hacer caso a esto, ser omiso, es de verdad una falta de respeto al deber ciudadano.

Preocupante, muy preocupante que esa falta de interés sea capitalizada por quienes ostentan el poder, para intentar perpetuarse. La polarización de la sociedad, generada desde el ejecutivo, sigue haciendo más grande la brecha de convivencia social. Esperemos que esto no siga, pues es peligroso porque puede terminar en confrontaciones sociales. Ojo.

Comercio irregular

Hablando de dejadez y desidia, también se da en otros ámbitos. No sólo los ambulantes o comerciantes informales, tolerados por la autoridad, se comportan de manera irregular, también los establecidos presentan serias irregularidades.

Los ambulantes saben que violan la ley, pues cualquier reglamento de comercio prohíbe instalarse en la vía pública sin permiso. Eso lo saben, pero se obstinan en hacerlo y la autoridad se hace como que no los ve y los deja hacerlo hasta que se les sale de control.

Pero resulta que los comercios establecidos, en su mayoría, también presentan irregularidades. El año pasado, cuando el cabildo decidió cobrar las horas extras a los bares que operan por la noche, estos pusieron el grito en el cielo. ¡¿Cómo es posible que nos quieran cobrar mil pesos la hora extra, eso es un atentado?!

Pero cuando se les recibió para atenderlos y les explicaron que esa medida estaba basada en el código hacendario, pero que podrían tener consideraciones con quien estuviera al corriente, entonces salió la triste realidad: ninguno de esos negocios tenía su cédula actualizada; ninguno estaba al corriente de sus impuestos, la mayoría opera con permisos de restaurante con venta de cerveza; y lo peor, algunos ni cédula tienen. Entonces, ¿cómo exiges si no cumples con tus obligaciones?

Esto es cultural y lo vemos con motociclistas, con automovilistas, con dueños de mascotas… en fin, nos falta la cultura de ser ordenados, cumplidos y responsables. Vivimos al “ahí se va”, y pasamos por alto las reglas de convivencia social. Tristemente, las nuevas generaciones están aprendiendo esto y perfeccionándolo…

*** Nuevamente las carpas de artesanos en el parque. Dizque con motivo del “Día del Padre”. Estarán más de quince días ofertando sus productos que, por cierto, distan mucho de ser artesanales. Algunos puestos parecen de Tepito, pues tienen chácharas de plástico, juguetes, ropa y accesorios que contradicen, tajantemente, el espíritu de estos “pabellones”. En fin.