top of page

EDITORIAL

Los hechos sangrientos que se han dado en la última semana, desafortunadamente, poco sorprenden a la sociedad, pues ya nos han hecho cotidiano que las noticias estén plagadas de muerte. Un crimen más, no dispara las estadísticas de un país lleno de desaparecidos y de fosas clandestinas. Las estadísticas lo dicen todo: hasta octubre 2025: van 26,427 asesinatos; personas desaparecidas y no localizadas: 14,761 casos, en el primer año de la presidencia de Sheinbaum.


Pero la muerte de un alcalde en funciones, es decir una autoridad, alguien que levantó la voz contra la inseguridad, la extrema violencia, la presencia del crimen organizado, señaló directamente al gobernador y pidió ayuda a la presidenta sin ser escuchado: ya es otra cosa. Marca un parteaguas en la política mexicana, y legitima el fracaso del gobierno de Sheinbaum en la lucha contra el crimen organizado. 


Este magnicidio evidencia, sin ninguna duda, la incapacidad del gobierno mexicano para garantizar la seguridad de autoridades y de la agente en regiones dominadas por grupos criminales. La sociedad ha expresado su profunda consternación por el asesinato de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, Michoacán.  


La inseguridad está asfixiando el desarrollo económico, debilitando las instituciones y sembrando miedo donde debería haber esperanza. Aunque se ve difícil, pues la presidenta ya declaró que no habrá guerra contra el narco y que es culpa de Calderón, los mexicanos quisieran ver que se realizan acciones reales, justicia efectiva y un compromiso verdadero por parte del Estado mexicano.


Carlos Manzo, quien fue Diputado local por Morena y luego Alcalde independiente, mantenía un perfil crítico frente al crimen organizado y distante de los partidos, lo que lo colocó en una posición incómoda ante diversos actores políticos. Su asesinato se interpreta como un golpe a quienes denuncian la infiltración del crimen en el gobierno. Su muerte mostró fallas en los esquemas de resguardo y aumentó la presión sobre la Estrategia de Seguridad de la Presidenta Sheinbaum Pardo.


Hasta la iglesia, a través de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) señaló que "el cobarde asesinato del alcalde Carlos Manzo se suma a una preocupante cadena de crímenes contra quienes construyen la paz y defienden la dignidad de sus comunidades" y llamaron a “reconfigurar la estrategia de seguridad”.


Las reacciones no se hicieron esperar, al día siguiente jóvenes, estudiantes y ciudadanos tomaron el palacio municipal de Uruapan. Ahí sí, Sheinbaum les mandó más de tres mil granaderos antimotines y lo peor, culpa a gobiernos anteriores del magnicidio y de la violencia. ¿Está claro del lado de quién está? ¿Alguna duda?

ree

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


    bottom of page