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EDITORIAL

La tragedia que viven los paisanos del norte del estado, ha enlutado a centenares de familias y dejado sin nada a un número que se eleva a cientos de miles de damnificados. Es lamentable el sufrimiento y desesperación de los afectados

 

Aunque un importante sector va a descalificar las críticas al gobierno, es inevitable cuestionar la eficiencia de los titulares de encabezan las instituciones de prevención y asistencia. Pero no solo eso, estamos siendo testigos de una verdadera ineficiencia, de indiferencia, de ignorancia y de insensibilidad ante esta tragedia que ha dejado centenares de muertos. Sí, muertos, es decir, esta indolencia ha cobrado muchas vidas, por no prevenir, por no medir, por no calcular, por no informar, por no desalojar a tiempo y porque la ayuda y auxilio se vieron muy lentas y carentes.

 

“Las lluvias no matan: mata la incompetencia y el desmantelamiento institucional. Veracruz, Guerrero, Chiapas, Tabasco, la Ciudad de México… no están sumergidos por la naturaleza, sino por la demolición de todo el sistema técnico que durante décadas salvó vidas y contuvo desastres”.  Acertado comentario de un columnista.

 

Los desplantes, antes durante y después de esta tragedia, de la señora que es de Zacatecas, pero que es gobernadora de Veracruz, han dejado en claro su falta de oficio político, su nula capacidad para gobernar un estado como Veracruz y ha exhibido la deficiente labor de sus “asesores” que la dejan, literalmente, en ridículo.

 

La titular de Protección Civil estatal, ni sus luces. Solo simulaciones detrás del escritorio o reuniones virtuales, nulo trabajo de análisis, planeación, prevención o evaluación en campo. Los veracruzanos, están que trinan de coraje contra este gobierno por el trato que han dado a la contingencia y a las personas. No rescataron maestros, casi 200 universitarios desaparecidos. Debe haber responsables.

 

Programas como el FONDEN y varios más, se quitaron con el argumento de corrupción, pero nunca vimos encarcelados por ello; fue simplemente para disponer de esos recursos tan necesarios, para desviarlos a programas populistas. Ahí están las consecuencias, escaso apoyo, hospitales sin medicinas, urgen alimentos, ropa, agua embotellada, materiales de curación y una verdadera reconstrucción.

 

La solidaridad ciudadana no se hizo esperar, de inmediato se armaron centros de acopio y gente altruista mandó vehículos llenos de ayuda. Ah, pero otra estupidez trágica: No los dejaban pasar a entregar la indispensable ayuda, solo la debía entregar gente de Morena. Qué aberrante y estúpida obstinación que está destruyendo vidas… y al país.

 

Es el corolario de la crónica de una muerte anunciada… Lo veremos en breve…

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