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EDITORIAL

El pasado martes 29 de abril iniciaron las campañas políticas para las presidencias municipales en todo el estado de Veracruz. Durarán un mes, ya que deberán concluir el 28 de mayo. Durante ese periodo (las y) los candidatos a alcaldes podrán exponer ante la ciudadanía su plan de trabajo, posicionamiento en temas, postura ideológica, y así tratar de conseguir el apoyo de los electores.

 

Las campañas políticas, es el periodo que tienen los candidatos para poder convencer al electorado de que son la mejor opción dentro del abanico de posibilidades. Esta actividad debe basarse en propuestas, que permitan al ciudadano tener información sobre los candidatos, para decidir quién debe gobernar el municipio. Es una decisión fundamental pues tiene que ver con programas de gobierno, políticas públicas y acciones que impactan la vida de las personas.

 

Uno de los candidatos ha invitado a todos los participantes a evitar campañas negativas, esas que pretenden destacar los puntos negativos y defectos de los oponentes. En algunas ocasiones se acude a calumnias, denostaciones, difamaciones, espionaje y demás prácticas que atentan contra los principios democráticos que deben guardar las contiendas electorales.

 

Expertos coinciden en lo peligroso que puede ser que las campañas políticas polaricen a una sociedad, pues llegar al punto de intolerancia es un efecto no deseado no sólo en una contienda, sino en el propio sistema democrático.

 

Tener una sociedad polarizada deja graves secuelas, pues si bien las campañas políticas tienen un periodo corto y culminan con un ganador de la contienda, las consecuencias sociales de éstas pueden permanecer por largo tiempo en la población y representan una amenaza para la gobernabilidad.

 

Actualmente la población se encuentra dividida más que en las últimas décadas. Pues la administración federal pasada nos dividió ideológicamente en puntos opuestos, con valores políticos distintos asociados a una planeada división, entre: chairos y fifís, liberales y conservadores, etc. De hecho, no se ha superado.

 

Un sistema democrático se basa en valores como la pluralidad, la tolerancia y el reconocimiento de todos a participar en los asuntos públicos, por ello, en estas elecciones, el reto es evitar un escenario negativo. Es esencial que los candidatos se comprometan con la democracia y que respeten la normatividad electoral.

 

Es importante que no se fomente entre la ciudadanía la intolerancia o el rechazo a quienes piensan distinto. La convivencia entre ideas divergentes y el respeto a opiniones contrarias, es fundamental para el desarrollo democrático de la sociedad.

 

El que gane, con el voto de la ciudadanía, será representante popular y gobernará para todos, y no únicamente para quién votó por ellos.


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