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EDITORIAL

Como cada año, el 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Esta fecha tiene como fin prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas en todo el mundo. Aunque es una situación lamentable, se sigue dando en todo el mundo y México no es la excepción.

 

La ONU reconoce que algunas mujeres y niñas son particularmente vulnerables, como las niñas y mujeres con discapacidad. Esta mayor exposición a padecer situaciones de violencia, tiene su origen en cuestiones culturales, surgidas de una sociedad masculina; además, está el hecho de la existencia de la discriminación por razón de la discapacidad y un acentuado prejuicio social hacia este grupo poblacional. A esto se le suman factores como:

 

Incapacidad o dificultad para defenderse físicamente o comunicar los malos tratos

Acceso restringido a la información y asesoramiento, debido a la existencia de todo tipo de barreras, tanto tangibles como intangibles.

 

El enfrentamiento entre los papeles tradicionales asignados a la condición de mujer. Esto puede provocar una baja autoestima y el menosprecio de la propia imagen.

 

Mayor dependencia de la asistencia y cuidados de otros y el miedo a denunciar el abuso por la posibilidad de la pérdida de los vínculos y la provisión de cuidados.

 

Vivir en entornos que favorecen la violencia, como: familias desestructuradas, instituciones, residencias y hospitales.

 

La violencia de género no resulta un fenómeno novedoso. Lo que sí que resulta novedoso, y sorprendente, es que en pleno siglo XXI no solo no haya desaparecido, sino que haya adoptado nuevas formas de manifestarse adaptadas a la nueva realidad social. Sin embargo, todas esas manifestaciones tienen un denominador común: la idea del control de las mujeres por parte de algunos hombres.

 

La aparición del entorno virtual y sobre todo el cambio de paradigma de la intimidad a la “extimidad” con el uso de redes sociales ha provocado que nos encontremos con conductas, aparentemente inofensivas, y muchas veces no perseguibles penalmente por su poca lesividad para bienes jurídicos esenciales.

 

Por otra, que hayan aparecido nuevas figuras como el “sexting” y el “stalking” que se dan en redes sociales entre los jóvenes, que aunque pueden dotar de cobertura penal a ciertas acciones que tendrían difícil encaje en otros preceptos del código penal, necesariamente deberían haberse tipificado como delitos graves y no de la manera como se ha hecho hasta el momento que se cubren en vacíos legales.

 

Aunque los gobiernos han establecido programa y leyes para erradicar este lacerante problema, la violencia persiste y seguirá persistiendo en una sociedad desigual y sin educación. Como muchos problemas como el tráfico, tirar basura o no respetar al prójimo, su origen está en la cultura, en la educación y en los valores.


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