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EDITORIAL

El 15 de julio se celebra, de acuerdo a la ONU, el Día Mundial de las Habilidades de la Juventud. Hablar de ese importante sector de la sociedad, los jóvenes, es delicado y complicado. En pleno siglo XXI, los parámetros de juventud, educación, responsabilidad, compromiso, etc., han cambiado sustancialmente.

 

Por un lado, no se duda de que hay mucho talento en la juventud, como lo han demostrado, por ejemplo, los jóvenes del Cbtis que han puesto en alto el nombre de Coatepec, a nivel nacional e internacional, tanto en ciencia como en deporte, así como otros alumnos que han representado a la zona en países de Europa y Asia

 

Pero en el otro extremo, tenemos una juventud cada vez más carente de valores y compromisos. Los nativos digitales constituyen una generación que llega a la mayoría de edad en la era de la tecnología y el ciberespacio.

 

La ONU define a la juventud entre los 15 y 24 años. En México se considera “jóvenes” a los que tienen entre 18 y 29 años. Los conceptos socio-antropológicos de juventud, la definen como una construcción social, histórica, cultural y relacional, que cambia de significado de acuerdo a las épocas y sociedades.

 

El impacto del mundo digital sobre los jóvenes con teléfonos inteligentes, computadores y tabletas, redes sociales e información ilimitada, es más grande de lo que parece. Hasta la Real Academia Española (RAE) de la lengua se sorprende por las abreviaturas y "horrores" ortográficos que la juventud utiliza en sus mensajes.

 

Los adultos ven con nostalgia la pérdida del amor como eje supremo de una relación de pareja y el reemplazo de vínculos duraderos por encuentros breves, estilo “amigovios”, que no les obligan a compromisos sólidos. Deben preocupar, también, las conductas y pensamientos de jóvenes que parecen no tener rumbos y van al vaivén de las modas, la música, las nuevas costumbres y nuevas tecnologías.

 

El desempleo y la inseguridad, también tocan de cerca a los jóvenes. Esta situación les causa desesperanza y desmotivación, al punto de que la depresión y el estrés encabezan las cifras alarmantes de salud pública de todo el mundo. Por otro lado, encuestas realizadas por diferentes países revelan que los jóvenes no creen en sus gobernantes ni confían en las políticas de cambios que prometen.

 

Problemas de salud prevenibles afectan a la juventud, además de embarazos tempranos o enfermedades de transmisión sexual. Ya sea por pobreza, violencia de género, falta de acceso a la educación o el abandono afectivo de los padres, las adolescentes, especialmente, se ven envueltas en una espiral sin fin de gestaciones, abortos y madresolterismo. Además de un consumo temprano de alcohol y cigarrillo e incursiones en el mundo de las drogas a edades más tempranas.

 

Más que estereotipar a la juventud actual, es necesario conocer sus mundos, sus sentimientos y sus temores, para re-conceptualizar la forma de llegar a ellos y empoderarlos para que puedan construir un mundo mejor al que les tocó vivir.

 

Aunque las políticas públicas les corresponden a los gobiernos, en sus tres niveles, vemos pocas o ninguna, también como sociedad es importante participar e involucrarse en el sano desarrollo de este importantísimo sector social: los jóvenes, que son presente y futuro de nuestro país.

 


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