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EDITORIAL

Ya se aproxima la época navideña, tan esperada por muchos, en donde se renuevan los sentimientos de esperanza, de perdón, de reconciliación y amor. Bueno, así debería ser, ya que la esencia de la Navidad está en compartir con la familia la celebración del nacimiento de Jesucristo, Gran Maestro iniciado, que con su mensaje de amor, trabajo y servicio por los demás, cambió la historia del mundo.


Sin embargo, al paso de los años y los avances tecnológicos, han hecho de esta fecha una excusa para el derroche. La esencia de esta festividad se ha ido perdiendo y es que el modelo capitalista, imperante en el mundo, ha transformado lo religioso y espiritual en una ocasión para que la vanidad salga a relucir.


La relación que se le ha dado a esta época del año con los regalos, la ropa nueva, los decorados de las casas y las grandes cenas y fiestas, ha traspasado la frontera de lo religioso y se ha convertido en una época de consumismo. El gasto de las familias se dispara, debido a que se ha conseguido instaurar en el cerebro de los consumidores la idea de que para celebrar la Navidad es ineludible ir de compras.


Durante el año, es común escuchar a las personas quejarse de los precios de los productos, sin embargo, en Navidad estas quejas quedan a un lado y las calles y centros comerciales se llenan de gente ansiosa de comprar lo que "necesitan", sin tomar en cuenta que en esta época las mercancías son más costosas.


La fiebre de la Navidad puede, incluso, arrastrar a muchos al endeudamiento. Una gran cantidad de personas suele recurrir a las tarjetas de crédito para solventar estos gastos sobre los cuales es válido cuestionar: ¿son necesarios?


Para estas fechas, los comerciantes utilizan campañas publicitarias o promociones tan "atractivas", que a muchos se les hace imposible no caer en la trampa del consumismo. El gran bombardeo publicitario empieza un mes antes de que llegue la Navidad y, por lo general, quienes inician con este acecho son las fábricas de juguetes, que a través de sus coloridos y divertidos comerciales atrapan a los niños para que estos, a su vez, arrastren a sus padres a comprar el regalo.


Asimismo, se hace muy común ver en los comercios "rebajas" de mercancía, algunas de ellas reales pero otras engañosas. Tan efectivas se hacen estas estrategias, que estudios, en diferentes países, revelan que en el mes de diciembre se realizan al menos el 50 por ciento de las compras de todo el año.


En el mundo hay millones de personas que no pueden ser parte de estas celebraciones, tan marcadas por el consumismo. Datos de la ONU y el Banco Mundial, registran cerca de mil millones de personas que viven en pobreza extrema. Para los pobres esta época es triste, pues simplemente no tienen Navidad. Su condición de vida no les permite siquiera hacer una modesta cena navideña.


Celebremos en familia la Navidad, recordemos el Nacimiento de Jesús de Nazaret, el que con justicia, humildad y sabiduría, trascendió fronteras y generaciones. Entendamos su mensaje y, en nuestro ámbito, fomentemos la paz y el amor.


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