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EDITORIAL

Hablando de las próximas festividades, en nuestra cultura se encuentra arraigada, por herencia, la idea de que para el mexicano, festejar es sinónimo de comer. Echémosle un vistazo a los meses y veremos que cada uno tiene asignado una tradición culinaria.


Este comentario viene en razón de una conmemoración que pocos le dan importancia: el próximo lunes 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación. En este día, el sector salud aprovecha para emitir recomendaciones. Seguramente escucharemos discursos encaminados a erradicar el hambre en el mundo pero, en la realidad, la alimentación va mucho más allá.


Es importante adquirir hábitos adecuados para tener una alimentación sana, suficiente y equilibrada. Los efectos positivos o negativos de nuestra alimentación, tendrán repercusión, más tarde o más temprano, en nuestra salud. Desde la antigüedad se conocía que la salud y la alimentación estaban ligadas.


Las enfermedades del ser humano han variado a lo largo de la historia. Muchas de las que estaban relacionadas con la escasez de alimentos o la malnutrición, han desaparecido en la mayoría de los países, pero han dado paso a otras de carácter degenerativo o crónicas. Han aparecido otras ligadas a la sobrealimentación, derivadas de las costumbres alimentarias y hábitos de vida de la sociedad industrial de finales del siglo XX y principios del XXI. Los últimos años se ha podido establecer la asociación entre la correcta nutrición y la prevención de enfermedades.


La alimentación es un factor biológico, básico para subsistir. No es la satisfacción de una necesidad fisiológica de los seres humanos, sino también a la diversidad de culturas y a la identidad de cada pueblo. Depende de las técnicas de producción agrícola, de las estructuras sociales, de las costumbres dietéticas y religiosas, de la visión del mundo y de un conjunto de tradiciones, lentamente elaboradas a lo largo de siglos. La relación entre la cultura y la forma de alimentarse ha existido siempre.


Tanto a nivel individual como colectivo, la alimentación tiene gran importancia en la salud de la población. La dieta forma parte del entorno que afecta a los individuos, y constituye, además, un elemento de abordaje esencial en la promoción de la salud, en la prevención de las enfermedades y en la rehabilitación de los enfermos.


En la salud de las personas, la alimentación tiene una importante dimensión social, de tal manera que factores como la cultura, la religión, el poder adquisitivo, el clima, los mitos o tabúes, los temas familiares o sociales, el status social o las modas, son determinantes en los hábitos alimentarios. A esta dimensión social debemos añadir la implicación de valores y actitudes, propios de cada persona, familia o sociedad.


Además, la comida es un momento importante en la dinámica familiar; como espacio de diálogo, de encuentro o de comunicación, en la relación laboral y social.


Existen alternativas para mejorar la alimentación. Si puede, dese una vuelta por el Mercado Bio-Regional COATL. Encontrará una gran variedad de productos, orgánicos y novedosos, libres de químicos dañinos, que favorecen la buena alimentación. Opera los sábados en el salón de la Agrícola. No se arrepentirá.


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