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EDITORIAL

El pasado 5 de junio, celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente; y el próximo 28 de junio, celebraremos también, de acuerdo a la ONU, el Día Mundial del Árbol. Ambas fechas deben servirnos para reflexionar, y actuar, por los servicios ambientales con los que todavía contamos y también refrendar el compromiso que tenemos como sociedad de poder recuperar lo que se ha perdido.


Se debe recordar que el medio ambiente es integral, ver que los bosques están interconectados con los lagos, lagunas costeras, humedales, bosques, y saber que somos parte de todo, partícipes de esos eslabones.


Ambas fechas, son una llamada de atención, de pensar en lo que hacemos y cómo podríamos ayudar, porque ya se han perdido muchas áreas verdes, por lo que hay poca filtración de agua al subsuelo, ya que, cuando llueve en las zonas pavimentadas, el agua no se infiltra como en las áreas verdes donde va directo a los mantos freáticos y a los ríos, por lo que la escasez de agua se ha hecho presente. Factores como la deforestación, los cambios de uso de suelo y los nuevos estilos de vida, están llevando a una crisis hídrica en todo el país.


Un árbol es capaz de captar hasta 50 litros de agua por hora, en un evento de niebla; pero si lo quitan, la niebla no se adhiere a las hojas de los árboles y por lo tanto, no hay infiltración, lo que da como consecuencia una menor disponibilidad de agua.


Los árboles son los moradores más antiguos de la Tierra. Se encargan de liberar el oxígeno y transformar el dióxido de carbono (CO2), reduciendo, de esta forma, el efecto invernadero en la atmósfera. El Día del Árbol es una fecha que nos recuerda la importancia de proteger las superficies arboladas, como una forma de asegurar que la vida en nuestro planeta siga siendo posible.


Los árboles tienen múltiples funciones, con las que participan en el ciclo de la naturaleza, desde generar oxígeno hasta ser nuestro mejor aliado contra la crisis climática. Los árboles son la base de la supervivencia de los seres vivos que habitan en la Tierra. Son el entorno natural perfecto, donde se alojan miles de especies de animales y plantas. Además, los árboles nos ayudan a regular los ciclos hidrológicos, reduciendo así el riesgo de inundaciones; son la fuente de materia prima para la producción de medicinas y otros recursos naturales.


La acción humana ha destruido, ya, cerca del 78% de los bosques del planeta, y el 22% restante ya se ha visto afectado por la extracción de madera. La degradación ambiental de estos entornos tiene un efecto directo, no sólo con el medio ambiente, con la emisión de CO2 a la atmósfera, sino también con la biodiversidad, ocasionando, incluso, que miles de especies estén al borde la desaparición.


La destrucción de selvas y bosques sigue en marcha por el país, es factor clave para que tengamos una intensa ola de calor extrema, que ha cobrado ya 10 vidas, de las que el presidente no estaba enterado. Esa ola evidencia otro grave problema: la falta de agua para cubrir las necesidades de la población y el sector agropecuario.


Calor intenso, sequía y carencia de agua como nunca. Pero no existe un plan gubernamental para enfrentar esta grave crisis. El aparato oficial, está muy ocupado en las absurdas y costosas precampañas electorales de los candidatos de Morena, no en velar por el bienestar de la nación. Nos imponen un parque para los voladores de Papantla, que no sólo es absurdo, sino insultante, ante los graves problemas, que ya están creando crisis por la falta de agua.



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