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EDITORIAL

El próximo viernes 24 de febrero, estaremos celebrando el Día de la Bandera. El festejo, que fue instituido durante el gobierno del Presidente Lázaro Cárdenas en el año de 1940, tiene como propósito conmemorar a nuestro lábaro patrio; símbolo y representación nacional ante el mundo. Nuestra bandera es símbolo de independencia, libertad, unidad y derechos, que gozamos como mexicanos.


Pocos generan en los mexicanos tanta unión e identidad como la bandera nacional. Considerada una de las más bellas del mundo por su significado, sus colores y escudo. Nuestra bandera es un símbolo casi sacro en la mentalidad de cada persona de nuestra población, independientemente del estado o región donde viva.


En un ejercicio cívico necesario, el 24 de febrero debemos recordar que en un día como este, pero de 1821, todas las fuerzas independentistas se unieron bajo el comando de Iturbide, para constituir el ejército de las tres garantías, de la nueva nación independiente. Es preciso reflexionar, a partir de este símbolo, sobre qué significa habitar el territorio mexicano.


La Bandera de México debe servirnos como un perpetuo recordatorio de cuáles son nuestras raíces. Esta fecha también debe llamarnos a pensar en la unidad nacional como un valor indispensable para conseguir paz y cohesión social. No se malentienda: unirnos no significa homogeneizarnos; se trata, en cambio, de entender lo que somos y lo que podemos ser, así como visualizar las diferencias entre nosotros. Podemos pensar y creer en cosas distintas, sin que ello nos convierta en enemigos. Unirnos significa poner por encima de nuestras diferencias el respeto, la concordia y la solidaridad.


No debemos aceptar estrategias que pretendan clasificarnos, dividirnos o polarizarnos. La fortaleza del nacionalismo debe sostener al país.


Finalmente, debemos tener presente cuántos sacrificios y vidas nos costó allanar el camino para la construcción de una república plural, soberana y democrática, con instituciones sólidas; en donde la educación, la salud y los servicios básicos como energía eléctrica, agua potable, alcantarillado, así como caminos pavimentados, no son destinados a unos cuantos; son beneficios de los que debe gozar la mayoría de la población.


En tiempos como los que nos ha tocado vivir, cuando la zozobra y las fracturas sociales van ganando territorio y las divisiones laceran la unidad, debemos resarcir la esperanza, recordando qué nos hermana y por qué vale la pena buscar la conciliación, la hermandad en la diversidad y la recuperación absoluta de la paz. Al mirar nuestra bandera, recordemos que a México lo hacemos todos.


Podremos tener infinidad de diferencias políticas, económicas, de pensamiento, sociales, de raza, cultura, religión, entre otras; sin embargo, la bandera mexicana sigue siendo un símbolo de unidad, de identidad y, en muchas ocasiones, de orgullo nacional y férreo patriotismo.


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