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REFLEXIONES

Héctor Hernández Parra

 

El 23 de noviembre de 1927 el Gral. Roberto Cruz, inspector de policía de la ciudad de México, recibió la orden del presidente Plutarco Elías Calles para fusilar a un grupo de presuntos autores de un intento de homicidio del expresidente y candidato a la presidencia Gral. Álvaro Obregón quien pretendía reelegirse.

 

Humberto y Miguel Agustín Pro Juárez, el Ing. Luis Segura Vilchis y Juan Antonio Tirado Arias, fueron ejecutados en la comandancia de policía.

 

El 13 de noviembre Obregón viajaba en un automóvil escoltado por policías, otro automóvil se acercó para lanzar bombas explosivas confeccionadas por el Ing. Segura Vilchis, el atentado falló.

 

Entonces dio inicio la persecución para detener a los responsables. Las investigaciones concluyeron con la detención de miembros de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana ACJM, pero los hermanos Pro Juárez no participaron en el atentado.

 

Sin juicio, sin más pruebas el Presidente Calles ordenó la ejecución con la presencia del cuerpo diplomático acreditado y reporteros de la prensa nacional.

 

El fusilamiento del sacerdote jesuita Miguel Agustín Pro inspiró a otro católico José de León Toral para asesinar al Gral. Álvaro Obregón en un restaurante “La Bombilla” durante una comida, el 17 de julio de 1928.

 

En 1988 el papa Juan Pablo II proclamó beato al padre Pro.

 

El crimen desencadenó una etapa en la historia de México conocida como Guerra Cristera. La intolerancia sobre la libertad de creencias desató la persecución religiosa. La figura del padre Pro ha sido adoptada por la institución de protección de derechos humanos.

 

La frase “Viva Cristo Rey” fue la arenga entre los católicos que participaron en la Guerra Cristera.

 

 

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REFLEXIÓN CIUDADANA

 

La Casona que aloja el Centro Cultural Coatepec ubicada en la esquina de las calles de Jiménez del Campillo y Cuauhtémoc, ha sido despojada nuevamente de una placa donde se informaba de la presencia de la antigua escuela cantonal.

 

Este inmueble ha sido despojado desde que funcionarios del gobierno del estado vaciaron la casa de mobiliario, loza, cuchillería, cuadros, esculturas, amparándolas con tarjetas con el nombre del gobernador de Veracruz.

 

Años más tarde durante una remodelación, herrajes y accesorios del portón de entrada desaparecieron.

 

La acción sistemática del saqueo continua, ahora que ese punto urbano es un indicador de la indiferencia pública justo en una vialidad que ejemplifica la tipología arquitectónica admirada por propios y extraños.

 

La inseguridad mostrada a pesar de las cámaras instaladas y monitoreadas con algún objetivo.

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