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HISTORIAS DEL CAFÉ EXPRESSO


Carta al pasado

“…Y la decisión es tomada, llevó horas, días, incluso noches enteras intentar aclarar pensamientos, sopesar ventajas y desventajas, tratar de elegir correctamente el sendero que habrá de llevarme hacia el resto de mi vida. Finalmente me atrevo, decido tomar el toro por los cuernos, pues como dicen: “El que no arriesga no gana… Aunque tampoco pierde.” Es demasiado riesgo pienso yo, aún con algunas dudas, elijo, tratando de ser lo más sensato en mi decisión. Al fin, el día llega, ilusiones y planes sentimentales son golpeados de improviso, algunos de ellos corren temerosos al mirar la fortaleza del destino, otros resisten cual viejo roble, permanecen estoicos, la fe y la esperanza los mantienen firmes. Un dejavu constante me asalta:  Caminos, lugares, incluso idiomas conocidos a cada paso. Agradezco a Dios los paisajes bucólicos, le pido que utilice mis ojos para ver la belleza que percibo, y que si es cierto que antes de morir, un collage de imágenes pasan por nuestra mente, tendrían que ser las que he visto ahora y en todos los viajes que la vida me permitió hacer contigo.

De a poco pierdo nervios y afirmo conocimientos aletargados hasta entonces, conozco más de cerca la belleza de la Literatura, me concientizo de la trascendencia de la Historia, al tiempo que sufro entre la Matemática y la Física. Una a una todas las materias se desvelan conmigo. Aprendo que antes de volar con la tecnología, de navegar con el Internet debo caminar o gatear con la Mecanografía.

Veo, como lo había visto antes, la pobreza de las zonas marginadas de Veracruz, solo que ahora convivo con ella más de cerca, me mimetizo, me adapto y posteriormente se que transformaré de alguna manera, tal vez ínfimamente, mi entorno. En esta primer etapa mi capacidad de mimetismo es exigida de buena manera, mi sensatez me recita el dicho popular: “Al pueblo que fueres haz lo que vieres”. Me dice también que para sobrevivir por lo menos en esta primera etapa tome mis ideas tecnológicamente revolucionarias y demás cosas preciadas, no necesariamente materiales, para guardarlas en el baúl de mis tesoros más preciados.

Me sumerjo día a día en estas aguas, en ocasiones con las pilas recargadas disfrutando y  entendiendo que enseñar, compartir, ya sea conocimientos escolares o saberes cotidianos, engrandece; en otras ocasiones soslayando la apatía, la pasividad de las personas, la enajenante burocracia o simplemente la lejanía de los seres queridos. Días buenos, días malos, todo pasa.  La voz de mi conciencia me repite entre otras frases de aliento, las que tu me decías.

No todo es difícil acá, gracias a mi experiencia contigo, conocí al pequeño docente que llevaba dentro, día a día aprecio los conocimientos que tengo y que puedo dar a los jóvenes, aprendiendo de ellos simultáneamente, el horario es accesible, aunque por el momento, la mayor parte de mis tardes están ocupadas en el estudio, cual si fuese un preparatoriano mas. Considero que en un tiempo, cuando en automático sepa que hacer tendré mucho más tiempo para dedicar a mi prioridad: Mi familia. Aunque la lejanía me indica que mi familia es la señora que me da las viandas, los colegas con los que pernocto, el gato, el perro y los totoles con los que convivo diariamente. (Estos últimos, dicho sea de paso, me recuerdan a ti por las razones que graciosamente platicamos alguna vez).

Otro punto que no puedo soslayar pues lastimosamente vivimos en un mundo superficial y materialista donde tanto tienes, tanto vales y en ese sentido mi valor es poco, pues uno de los tantos fantasmas con los que debo luchar es la parte económica, pues lamentablemente mi escueta riqueza la voy desgajando en los transportes, comidas, rentas, y otros servicios que cual si fuesen mi grupo de estudiantes siempre pasan lista, acompañándome hasta mi lugar de trabajo. Es entonces que para salir avante recurro a mi creatividad y mis antiguos conocimientos universitarios donde al parecer la magia me ayudaba a estirar mi muy gastada economía.

¿Qué es entonces este escrito? Un fragmento de la novela de mi vida, un acto apoteósico donde describo las peripecias de un hombre para ensalzar su propio ego… Creo que no, considero que, muy a mi pesar (porque mi carácter luchador me ha mostrado que no debo rendirme) y con la más humilde y sincera de mis disculpas, es un grito de ayuda. Una petición de auxilio porque lastimosamente me he dado cuenta que en este maleado submundo, el trabajo fuerte, dedicado, la preparación y el esmero resultan infructuosos.

Sinceramente estas últimas palabras me cuesta mucho escribirlas, pues en el fondo siento que te fallé al no saber elegir correctamente, talvez no fui tan buen alumno como solías decir. Talvez mi cabeza se vio avasallada por los vientos tempestuosos del tiempo y las ráfagas de emociones que contrariaron mi sensatez orillándome a tomar una decisión no tan acertada. O talvez, consciente o inconscientemente, solo te demostré que no era ese ser extraordinario, cuasi perfecto que pensabas;  talvez siempre tuve una dualidad profunda, un hombre común y corriente, con tinos y desatinos, que cuando tuvo que decidir entre crecer en la seguridad de tus brazos o crecer probando la realidad del mundo, abandonó tu remanso de seguridad para volar en las tempestades de la realidad, cambiando lo cierto por lo incierto, porque:  Quien no arriesga no gana… Aunque tampoco pierde…


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Atte. El errado errante, Jaac


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