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EXPRESSO CORTADO

LA LIBERTAD

Gilberto Medina Casillas

 

“Voy pidiendo libertad y no quieren oír,

Es una necesidad para poder vivir,

La libertad, la libertad,

Derecho de la humanidad”.

 

Maciel

 

Desde la perspectiva psicológica, la libertad se entiende como la capacidad del individuo para elegir conscientemente sus acciones en función de sus pensamientos, emociones, valores y metas personales. La libertad es la autonomía psíquica, la posibilidad de actuar no solo por impulsos o condicionamientos externos, sino por decisiones coherentes con las creencias y conceptos del propio yo.

La libertad para la persona en particular, según varios autores, se define por:

1.   La autodeterminación que resulta de la motivación intrínseca que impulsa al sujeto a actuar por convicción propia.

2.   El llamado ‘Locus de control’, que es el grado en que el individuo percibe que controla su destino con sus decisiones o que este depende de factores externos.

3.   La libertad depende de la madurez emocional, manifiesta en la capacidad de decidir sin estar dominado por impulsos, temores o dependencias.

Sin embargo, existen varios elementos que constriñen la libertad psicológica.

Por un lado, están los condicionamientos inconscientes, deseos reprimidos, traumas y complejos influyen en la conducta sin que el sujeto lo perciba. Estos pueden llevar a las personas por caminos no deseados.

Por otro lado, la presión social, familiar o del grupo al que se pertenece, exige aceptación, la cual puede llevar a conductas conformistas o dependientes. Además, el comportamiento lo moldean recompensas y castigos, reduciendo la autonomía.

A partir de la experiencia y las relaciones personales generan miedo, culpa y ansiedad, emociones intensas que paralizan o desvían las decisiones libres. Producen un cuadro de creencias erróneas que distorsionan la percepción de la realidad y de uno mismo.

La psicología concibe la libertad no como ausencia total de límites, sino como la capacidad de elegir dentro de un marco de condicionamientos internos y externos, siendo más libre aquel que conoce y gestiona sus propias determinaciones.

Pero el ser humano es una entidad psicosocial, está inmerso en un espacio socio cultural.

De este modo, la libertad no se concibe únicamente como una elección individual, sino como un hecho cultural y colectivo.

La libertad depende del contexto simbólico, normativo y social en el que el ser humano está inmerso. Cada cultura define lo que es ser libre y lo que está permitido o prohibido.

En una sociedad tradicional, la libertad no se conflictúa con la armonía comunitaria; en la sociedad moderna, se permite, se desea y se obtiene, aunque sea parcialmente o pretendidamente, la autonomía individual.

En este contexto, también encontramos elementos que constriñen la libertad, al través de normas y prohibiciones, se definen los límites de la acción aceptable, los términos de sexualidad, género, jerarquía, las cuales, en lo general determinan las estructuras de poder, las desigualdades de clase, etnia o el género limitan las opciones reales para elegir qué hacer.

Un intrincado sistema semiótico, lenguaje y símbolos, establecen cómo se piensa el mundo y con ello, los modos de concebir la libertad.

Las personas, en su inserción social, están influenciadas por los estamentos de Instituciones: familia, religión, gobierno, economía, etcétera, mismas que estructuran las conductas y creencias.

Al cabo, las percepciones personales se enfrentan a las costumbres y tradiciones, pero, salvo en casos excepcionales, terminan adhiriéndose a la conformidad cultural, de esta forma, la mayoría no cuestiona las normas heredadas.

Desde esta óptica, el ser humano no es libre al margen de su cultura, sino en el interior de los marcos simbólicos que la cultura impone o permite. No hay libertad humana sin sociedad, pero tampoco sociedad sin límites a la libertad.

Examinaré esta paradoja echando manos a la filosofía. Primero, tomaré una definición académica: en filosofía, la libertad es uno de los conceptos más debatidos. Se entiende, de modo general, como la facultad de autodeterminación racional, es decir, la capacidad del ser humano para actuar conforme a su razón y voluntad, no por coacción o necesidad.

Empero, en la filosofía, el arte de entender el pensamiento, existen varios puntos de vista, percepciones y ‘corrientes’, que son maneras de pensar compartidas por un grupo de simpatizantes de los postulados que alguien ha propuesto.

Las principales corrientes ofrecen visiones distintas, me referiré a las que yo considero las principales para abordar este tema de la libertad, qué es y cómo la entendemos.

1.   Determinismo (Spinoza): todo está sujeto a causas; creer que somos libres es ignorar esas causas.

2.   Existencialismo (Sartre): el ser humano está “condenado a ser libre”; debe elegir constantemente su ser, incluso cuando rehúye decidir.

3.   Kantismo: la libertad moral consiste en obedecer a la propia razón práctica, no a los impulsos ni a la autoridad externa.

4.   Fenomenología y personalismo: la libertad se realiza en la relación ética con los otros y con el sentido.

Pero la naturaleza, nos pone límites ineludibles. La condición humana se sustenta en la biología, la genética, y las leyes físicas.

También, como ya mencioné antes, la educación, la difusión cultural, la economía política, nos ponen límites inexcusables. En este sentido, la Ignorancia y la desinformación nos impiden actuar racionalmente. Y las pasiones incontroladas pueden llegar a dominar.

En suma, la libertad filosófica no es mera ausencia de límites, sino la posibilidad de actuar racional y éticamente dentro de ellos, buscando la autonomía del espíritu frente a la necesidad.

Ahora vayamos a la realidad que nos subyuga, el gobierno, el estado, el cual tiene tres manifestaciones:

·        Autoritarismo.

·        Democracia participativa.

·        Criminalidad y anarquía.

Voy a ir a las fuentes válidas o validadas por el constructo social histórico en evolución de finales del siglo XX.  Para la autoridad política, la libertad es un derecho civil y un principio de organización social. Es la facultad de los ciudadanos para actuar, expresarse y decidir dentro del marco legal que garantiza la convivencia. No se trata de libertad absoluta, sino libertad regulada, necesaria para evitar el caos y asegurar el bien común.

Autores como Montesquieu o Rousseau subrayan que la libertad política consiste en obedecer leyes que uno mismo contribuyó a establecer. En los sistemas democráticos, se asienta en el equilibrio entre autonomía individual y orden institucional.

Pero, dentro de este ordenamiento, donde el estado tiene la facultad de emplear la fuerza de las armas monopólicamente, también encontramos, muy fácilmente, elementos que constriñen la libertad.

Por un lado, las leyes y constituciones establecen los límites del ejercicio de la libertad (libertad de expresión, de culto, de movimiento, etc.).

El poder coercitivo del Estado: policía, ejército, tribunales garantizan el orden, pero pueden derivar en represión si exceden sus funciones. O como se da el caso en México, en corrupción y beneficio de grupos políticos asociados con el crimen organizado, que ha venido a convertir en el patrón de los políticos. Estos gobiernos, ocupados en robar y eludir los problemas sociales, aumentan la ya de por sí grave desigualdad económica y social, restringiendo las libertades reales, aunque existan formalmente.

Los gobiernos autocráticos totalitarios que se dirigen a instaurar dictaduras utilizan sistemas de control ideológico mediante la apropiación y manipulación de los medios de comunicación, instaurando una narrativa falsa, con lo cual, manipulan la opinión pública y las decisiones ciudadanas.

Y siempre, ante cualquier indicio de revuelta o insatisfacción masiva, la autocracia puede instaurar el estado de excepción o emergencia, suspendiendo derechos civiles pretextando la seguridad o estabilidad nacional.

Desde esta perspectiva, la libertad se equilibra con la responsabilidad cívica. Ser libre implica participar en el contrato social, respetar las leyes y exigir que el poder no se convierta en dominación. La verdadera libertad política es aquella garantizada por instituciones justas y vigilada por ciudadanos conscientes

.   .   .

Creo yo que podemos apreciar lo difícil que es ser libre. Cuando estudiaba en las universidades, percibí que había tres determinismos que imposibilitan la libertad.

La alienación de los trabajadores y prestadores de servicios bajo el mercantilismo.  Marx la entiende como pérdida del control sobre la propia actividad y modo de pensar el hombre deja de ser dueño de sí mismo.

Freud sostiene que los actos fallidos, los sueños y los síntomas neuróticos son manifestaciones de deseos reprimidos que buscan expresarse. Así, la conducta humana está determinada por conflictos inconscientes originados en la infancia, especialmente en la dinámica entre el ello (impulsos instintivos), el yo (parte racional) y el superyó (normas y moral).

Y la religión asegura que la libertad humana coexiste con la providencia divina: Dios mueve todas las cosas, pero respeta la libertad de las causas secundarias, entre ellas la voluntad humana. El libre albedrío es, en la visión católica, una expresión de la dignidad humana creada a imagen de Dios. No es independencia absoluta, sino libertad orientada hacia el bien y sostenida por la gracia. Su ejercicio correcto conduce a la virtud y a la comunión con Dios; su abuso, al pecado y a la esclavitud espiritual.

.   .   .

Termino esta entrega trascribiendo la letra de la ‘canción de protesta’, de la española Maciel, creo que ella inauguró este subgénero: ‘Rosas en el mar’.

 

“Voy buscando un amor que quiera comprender,

La alegría y el dolor, la ira y el placer.

Un bello amor sin un final,

Que olvide para perdonar.

Es más fácil encontrar rosas en el mar.

Lalalara larará rosas en el mar,

Lalalara larará rosas en el mar.

 

Voy buscando la razón de tanta falsedad,

La mentira es obsesión y falsa la verdad,

¿Qué ganarán?, ¿qué perderán?,

Si todo esto pasará.

Es más fácil encontrar rosas en el mar.

Lalalara larará rosas en el mar,

 

Voy pidiendo libertad y no quieren oír,

Es una necesidad para poder vivir,

La libertad, la libertad,

Derecho de la humanidad.

Es más fácil encontrar rosas en el mar.

Lalalara larará rosas en el mar,

 

Voy buscando un lugar perdido en el mar,

Donde pueda olvidar del mundo la maldad.

La soledad quiero buscar,

Para poder vivir en paz.

Es más fácil encontrar rosas en el mar.

Lalalara larará rosas en el mar”.

 

.   .   .

 

¿Y tú, quien acabas de leer esta columna, eres libre?

A manera de colofón y para redondear la idea de la libertad en la existencia humana, cito una fuente del Upanishad, colección de libros fechados en el año 800 a.e.c., que son base del hinduismo:

“El hinduismo parte de una idea clave: todo ser humano es esencialmente el Atman, el alma o principio divino interior, idéntico en su esencia al Brahman, el Absoluto o realidad suprema.Sin embargo, esa libertad esencial se ve velada por la ignorancia (avidya) y el apego al mundo material y a la individualidad.

Por ello, el ser humano es libre en su naturaleza profunda, pero vive condicionado mientras se identifique con su cuerpo, su mente y su ego. La verdadera libertad (moksha) no consiste en hacer lo que uno quiere, sino en liberarse del ciclo del deseo, la acción y la consecuencia que lo atan a la existencia material”.

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