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EN TRÁNSITO

Las motocicletas, ¿Una pandemia?

 

Jesús Ricaño Herrera

 

 

Complementando la valiosa información  que nos dejó el amable Dr Caturra, en nuestro país, los Estados que más motocicletas tienen registradas, son los siguientes:

 

El Estado de México, con 1,298,505 unidades, Jalisco, con 838,397 vehículos, la Ciudad de México, con 716,400 motocicletas, Guanajuato le sigue, con 569,547 ciclomotores, para concluir con Veracruz, que ha registrado 383,839 vehículos motorizados de esta clase. (Fuente el Economista)

 

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Hay muchos vehículos que no están registrados, no tienen placas o tienen placas extemporáneas, a estas el padrón vehicular no las considera, por no haber pagado impuestos o derechos vehicular. De ahí se agarran los delincuentes para hacer sus fechorías.

 

En Puebla quieren vincular el casco del motociclista con la placa, puede funcionar, sino tienes el QR o el código que elijan plasmado en el casco, para asociar el yelmo con la motocicleta, no podrás circular, además, se podrá saber de dónde vienes, dónde paraste, hacia dónde vas. Algo útil para realizar investigaciones en casos necesarios. Un casco, un nombre, una placa.

 

Sin embargo, el verdadero problema es la manera en que aprendimos a manejar motocicleta, históricamente no hemos acudido a la escuela a aprender a conducir esta clase de vehículos, se observan muchos vicios en los motociclistas.

 

Por ejemplo, circulan como dementes a gran velocidad, metiéndose entre automóviles de modo temerario, ganan el paso, se atraviesan intempestivamente, circulan sobre las aceras, avanzan en sentido opuesto, juegan carreras, no dejan pasar a nadie, no esperan la señal de “Siga” de los semáforos, no atienden las señales de tránsito en general.

 

¿Cómo aprende un motociclista a “manejar”?

 

Es evidente que la gran mayoría aprendemos a manejar de manera improvisada, no existe una escuela, y hace falta, urge, muchos lo hicimos viendo a otros, imitando sus conductas, gestos, maniobras, gritos, adicción a la velocidad, prisa, groserías, intolerancia, modos y costumbres de esos maestros fortuitos.

 

La otra manera es que alguien nos enseñó, nos guió en la manera en que entiende al mundo, desde la perspectiva de que es bruto el que no aprovecha un hueco, una distracción del otro para ganarle el paso, tiene su método infalible para encender la máquina, hace ingresar las velocidades, conforme escucha al motor, nos mostró cómo tomar las curvas, acelerar, frenar, maniobrar, todo bajo la tónica de que somos más ágiles que los automovilistas, que ellos son lentos y torpes, que hay que ganarles, y si es posible humillarlos, hagámoslo.

 

Existe aquel que aprende experimentando por su cuenta, adquiere confianza, conforme experimenta, agarra valor para desplazarse cada vez más lejos, para exponerse al tráfico y sus peligros, llevar más carga, más gente, no sopesa de modo ético el quehacer de operar automotores, ni se limita a entender que la velocidad es peligrosa, ninguno de los anteriores ha visto jamás un Reglamento de Tránsito, mucho menos lo ha leído, sus derechos y obligaciones son un misterio.

 

Otra cosa común de estos tres tipos de motociclistas, es que manifiestan un estado de prisa, manejan su horario al límite, confían en sus habilidades de manejo improvisado, en las capacidades técnicas y físicas de su ciclomotor, lo llevan al extremo. No saben o no quieren saber que los frenos (divididos en “Delantero” y “Trasero”) tienen funciones distintas, y que el uso combinado de ambos ayudará a detener el vehículo de manera eficiente.

 

No hablemos de mantenimiento preventivo, de efectuar reparaciones simples, que cualquiera podría hacer, no sabe cómo funciona un motor de cuatro tiempos refrigerado por aire, no sabe la diferencia entre frenos de tambor o de disco, ni siquiera sabe que el motor de su motocicleta aún utiliza carburador, la moda del motociclista improvisado es conducir hasta que la moto deje de funcionar, se rompa o él quede lisiado o muera en el intento.

 

Tampoco hablemos de tomar curvas, de virar o sobrevirar, tendría sentido si nos interesara conocer las fuerzas centrípetas, centrífugas o el coeficiente de fricción, así como sus consecuencias al rodar. Los motociclistas poco se preocupan por decirles a las autoridades que rodar en grupos, caravanas u hordas, es un asunto en el que según la Ley y el Reglamento de Tránsito, se debe pedir autorización, ellos lo hacen y San se acabó.

 

La motocicleta se niega al equilibrio, buscará cualquier pretexto que le dé las leyes de la física para llevarnos al suelo, mucha velocidad es mala, igual que poca, todos los días el motociclista está en examen, a prueba, si todo va bien, llegará a su destino, sino ya se le verá tirado en el camino. Existe la tonta, hueca creencia de que el seguro es sólo para autos, las motocicletas no, para qué.

 

Si tenemos la necesidad de cambiar algo de nuestra realidad vial para poder ver motociclistas éticos, con valores de supervivencia, que consideren a los demás usuarios de la vía pública, que entiendan de vulnerabilidad y derechos de paso, entonces hay que aprender urgentemente a manejar motocicletas de modo formal.

 

Las autoridades y nosotros mismos debemos ponernos a trabajar, al fin y al cabo, tenemos la obligación humana, social e histórica de dejar un mundo mejor a los que nos sucedan, nuestros hijos.

 

Por favor, no se distraiga ni demore, use la motocicleta con inteligencia e influya en los demás para que hagan su parte, nos urge disciplina vial. Comentarios a jojerihmx@gmail.com

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