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CON-CIENCIA - Por Ackerman


El Tercer Estado en la Tabla Periódica.-



Sir William Ramsay nació el 2 de octubre de 1852 en Glasgow, Escocia, fue hijo de William Ramsay, un ingeniero civil escocés, y de Catherine Robertson; además de ser sobrino del geólogo Sir Andrew Ramsay, lo que generó en él una afición muy importante en otras ciencias del ámbito humanístico.


Estudió en su ciudad natal hasta 1870, cuando se marchó al laboratorio de Fittig en la Universidad de Tubinga, en Alemania, donde obtuvo el grado de doctor con una tesis sobre el ácido orto toluico y sus derivados; además fue profesor de química en la Universidad de Bristol de 1880 a 1887 y en la Universidad de Londres desde 1887 hasta 1913, cuando se jubiló de las labores académicas.


Ramsay empezó a trabajar en química orgánica, sin embargo, fue en el campo de la química inorgánica donde realizó sus descubrimientos más célebres. Entre 1885 y 1890 publicó importantes trabajos sobre los óxidos de nitrógeno y en un trabajo conjunto con Lord Rayleigh, observó que el nitrógeno en la atmósfera de la tierra tenía un peso atómico mayor que el nitrógeno en el laboratorio y en 1894, en un congreso de la Asociación Británica, anunciaron conjuntamente el descubrimiento del argón.


Ramsay y su equipo, guiados por las consideraciones teóricas en las que se basaba la tabla periódica de Mendeleiev, buscó metódicamente los elementos que debían ocupar los huecos vacantes en el grupo de los gases inertes, lo que lo llevó a descubrir el neón, el criptón y el xenón al reducir el aire a bajas temperaturas a alta presión, y finalmente en 1903 descubrieron el helio.


A este grupo se le denominó como los gases nobles, que son un grupo de elementos químicos que comparten varias propiedades en determinadas condiciones específicas. Por ejemplo, son incoloros e inodoros, con muy baja reactividad química y hasta antes de Ramsay y su equipo, nadie los había descubierto. Fue tal su trascendencia que cambiaron para siempre la tabla periódica y la aplicación de estos elementos en la vida cotidiana.


Debido a su inercia química, los gases nobles demostraron ser útiles de muchas maneras. Por ejemplo, el helio reemplazó al hidrógeno inflamable para un viaje más ligero que el aire, y se utilizó argón en las bombillas.




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