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CON-CIENCIA

13 de diciembre de 1867 - Nace Kristian Birkeland, físico e inventor noruego. El primero en explicar la naturaleza de las auroras boreales.

 

El 13 de diciembre de 1867 nació en Christiania, la actual Oslo, uno de los científicos más influyentes y, paradójicamente, menos reconocidos fuera de Noruega: Kristian Birkeland, físico, inventor y pionero de la ciencia espacial.

 

Su nombre permanece inevitablemente ligado a un fenómeno que durante siglos maravilló y desconcertó a la humanidad: las auroras boreales. Fue él quien, por primera vez, ofreció una explicación científica coherente acerca de su origen, abriendo el camino a la comprensión moderna de la interacción entre el Sol y la Tierra.

 

A finales del siglo XIX, la física vivía una era de descubrimientos acelerados: la electricidad, el magnetismo y la naciente física del plasma transformaban el entendimiento del mundo natural. En este contexto, Birkeland destacó rápidamente por su rigor experimental y su inclinación a abordar problemas que parecían, en su momento, casi imposibles de resolver. Las auroras boreales eran uno de ellos. Hasta entonces, existían teorías que iban desde vapor luminoso hasta reflejos solares en la atmósfera, pero carecían de sustento físico sólido.

 

Birkeland propuso una idea revolucionaria: las auroras se originan cuando partículas cargadas provenientes del Sol son guiadas por el campo magnético terrestre hacia las regiones polares, donde colisionan con gases de la atmósfera y producen luz.

 

Hoy, este proceso se enseña en escuelas y universidades como un hecho fundamental, pero en 1900 era una hipótesis audaz y discutida. Para demostrarla, Birkeland diseñó uno de los experimentos más creativos y emblemáticos en la historia de la física: la terrella. Este modelo consistía en una esfera magnetizada que representaba a la Tierra colocada dentro de una cámara de vacío. Al bombardearla con electrones, el científico observó la formación de anillos luminosos alrededor de los polos, reproduciendo artificialmente las auroras.

 

La comunidad científica de su época no siempre reconoció la magnitud de su trabajo. Sin embargo, investigaciones posteriores especialmente las realizadas durante la era espacial confirmaron sus hipótesis. En honor a su aporte, los flujos de corriente eléctrica que conectan la magnetosfera con la ionosfera recibieron el nombre de corrientes de Birkeland.

 

La vida de Birkeland fue intensa y compleja. Sus investigaciones lo llevaron a largas expediciones por el Ártico, donde instaló estaciones magnéticas para medir la actividad geomagnética. Murió en 1917, a los 49 años, en Tokio, mientras realizaba un viaje de investigación.

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