Me pongo la ropa y los zapatos, espero a que mi madre prepare las enfrijoladas y enchiladas con huevo para los mozos, para mis hermanos mayores y mi papá.
Envuelve el desayuno en hojas de papata y lo cubre con una servilleta. Esta vez es un morral bien pesado, pero voy rumbo a la finca de café. Paso por falsos, trancas y si en el camino encuentro alguna persona, la saludo.
Veo árboles y más árboles; vacas, becerros y una que otra paloma. Tardo casi una hora en llegar, hasta que por fin estoy en la finca y les grito a los trabajadores.
Vienen y desayunan delicioso. El paseo de la comida le da un toque especial. Toman agua del manantial. Y yo también, les quitó un poco de su comida.