La tecnología ha revolucionado la forma en que se crea, produce y consume música, pero este avance también ha generado un desplazamiento significativo de muchos músicos tradicionales.
Desde los años 90, con la llegada de los ordenadores personales y los programas digitales para producción musical, los instrumentos físicos y estudios convencionales han sido reemplazados progresivamente por herramientas digitales accesibles desde cualquier lugar.
Además, el surgimiento de la inteligencia artificial ha llevado a la creación musical, un paso más allá, generando canciones completas sin intervención humana, lo cual pone en riesgo el empleo y el valor del trabajo de músicos independientes y de profesión. Esta situación es especialmente crítica para quienes dependen de presentaciones en vivo o de la producción artesanal de música, ya que la automatización reduce sus oportunidades laborales.
Pese a ello, la tecnología también abre la puerta a nuevas formas de colaboración global y democratiza la creación, permitiendo a músicos de distintas partes del mundo trabajar juntos sin necesidad de desplazarse. La clave está en encontrar un equilibrio entre la innovación y la preservación del talento humano, para que la música no pierda su esencia artística y emocional.
En definitiva, el avance tecnológico marca un momento de transformación crucial para la industria musical, donde el desafío es cómo adaptarse sin que los músicos sean desplazados por completo de su propio arte.
En este Día del Músico, 22 de noviembre, vaya el reconocimiento, admiración y afecto, a los músicos tradicionales que, con su arte, siguen alegrando fiestas y reuniones. Nada se le compara a la música en vivo y a las voces naturales.
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