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DESDE ZIMPIZAHUA(In Memoriam)Joaquín Alcántara Ceballos

Daniela, mi ahijada


Hoy es el cumpleaños número 17 de una jovencita bella y espigada a quien tuvimos la dicha de bautizar junto con su tía Coty Izaguirre, la fiesta fue en la Hacienda Zimpizahua.


Sus papás, Claudine y Bernardo, trajeron al mundo a una linda nena que nace en Portland, Oregón, en el vecino país del norte. A mi compadre Bernardo lo conocí en quinto grado de primaria, en el Colegio México de Coatepec, es mi amigo desde ese entonces, su hermano “cuate” Manuel también es mi gran amigo, son conocidos como los cuates Prince de Teocelo, hijos de la maestra Irma Castillo y Lázaro Prince (dep). A don Lázaro siempre le dijimos Larry de cariño, un cariño y aprecio muy bien ganado, era la bondad y la broma hecha persona, a hijos y nietos les hablaba en inglés, las arrugas del rostro de Larry eran por las tantas risas compartidas. Imagínense como nos queríamos con Larry que lo consideraba mi segundo papá, algún día les contaré más. Recuerdo que cuando Larry faltó, yo cargué su cruz de madera desde la iglesia hasta el panteón, recuerdo también que cuando mi papá, don Joaquín, faltó, la primera corona de flores que llegó a la Hacienda fue la de la familia Prince Castillo.


Hace muchos años había intercambio de estudiantes entre Teocelo, Veracruz, México y Portland, Oregón, USA. En uno de esos intercambios y buscando mejores horizontes ambos, Manuel y Bernardo, se fueron a vivir a Portland al salir de la universidad, allá se quedaron, se casaron e hicieron familia. Fuimos a la boda de Bernardo y Claudine, hace más de veinte años, la ciudad de Portland y sus alrededores son bellísimos.


De su matrimonio nació su única hija, Daniela, mi querida ahijada, quién hace dos años quiso festejar sus quince años en México. Su padrino quería que la fiesta fuera en la Hacienda Zimpizahua, dónde fue su bautizo, y la abuela Irma quería que la fiesta se hiciera en Teocelo. Qué dilema, al final ni uno ni otro lugar, la pandemia impidió el festejo.


La pequeña ahijada ha crecido y junto a mis compadres, disfruta la vida. Viaja siempre gustosa a Teocelo, lugar que le encanta (a mí también), desde el balcón de la casa de sus abuelos disfruta la feria patronal de su añorado pueblo, ahí hemos estado juntos viendo la bajada del arco floral y las danzas de los tocotines con sus coloridos disfraces y singulares máscaras. Para mi ahijada, dar un paseo por las calles de Teocelo, acompañada de sus primos hace que brillen sus rasgados ojos.


A sus 17 años ya tiene permiso para conducir, cursa el tercer grado de preparatoria y aún no sabe qué estudiar, toca el clarinete en la banda de su escuela, el gusto por la música lo trae de familia, el canto y la guitarra han estado presentes desde que los conozco. Cada vez que vienen a este rincón de México, para tener en qué trasladarse, le quitan el coche a su primo Juan Luis, quién cariñosamente se los presta. Juan Luis me dice tío y yo gustoso le digo sobrino, a veces berrinchudo pero siempre respetuoso y sonriente.


Detrás de un compadrazgo como éste, no solo existe amistad. Además del acto católico hay vivencias y recuerdos envueltos de aprecio, solidaridad, cariño y amor fraternal. Tanto es el cariño con mis compadres Claudine y Bernardo, que cuando nació mi primer hijo, junto con mi esposita, les pedimos que bautizaran a Quino, entonces tenemos doble compadrazgo. Tener amistades así la da valor a la vida, es algo que se agradece al Cielo.


Desde estas tierras veracruzanas ahijada Daniela, linda y hermosa, recibe nuestros parabienes, Que la bendición de Dios te acompañe siempre, que la dicha y felicidad nunca falten en tu vida.


Y en este mes patrio, ahijada, digamos juntos: ¡Viva nuestro querido Teocelo!

¡¡Viva México señores ajúuuuaaaa!!



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