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¿Qué es una dictadura? (IV)

En pasadas ediciones de esta columna describimos el origen y desarrollo histórico de la dictadura como forma de gobierno en diversos lugares y épocas, señalando que con muy contadas excepciones una dictadura ha rendido resultados positivos para las sociedades así gobernadas.

            Actualmente, la imagen general que se tiene de lo que es una dictadura lo podríamos equiparar con la hipotética Oceanía descrita en la novela ‘1984’ del escritor británico George Orwell (1903-1950). Escrita en l948, cuando se sentían aún los efectos desoladores de la Segunda Guerra Mundial, el título de la novela es un anagrama del año en que fue creada, y en ella se plantea una anti-utopía social  futura, en un mundo en el cual las naciones modernas han desaparecido y se han formado tres grandes bloques mundiales: Oceanía, Eurasia y Asia Oriental, que se encuentran siempre en guerra unos contra otros.

En esta obra Orwell retrata una sociedad en la cual todas las libertades individuales se han suprimido bajo la vigilancia permanente de un Estado totalitario representado por un líder a quien se designa como el Gran Hermano (Big brother), fiel retrato de José Stalin quien gobernó con puño de hierro a la Unión Soviética por 30 años y a cuyo régimen Orwell era crítico y opositor.

            En el medio de esta sociedad totalitaria el personaje central -Winston Smith- es un miembro del Partido oficial quien trabaja en el Ministerio de la Verdad y tiene por ocupación reescribir para el periódico oficial, único medio noticioso escrito, la ‘Historia’ a conveniencia de los intereses gubernamentales, modificando las noticias de eventos pasados, y convirtiendo a los personajes involucrados en héroes y villanos, de forma que concuerden con el discurso oficial del Partido.

            Uno de los aspectos de la represión que Orwell destaca en su obra es el control del lenguaje, y en consecuencia del pensamiento, a través de institutos del Estado –tal como la hipotética Policía del pensamiento- dedicados en forma exclusiva a establecer tales controles a través de cámaras de vigilancia aún en el interior de las viviendas y en forma permanente, de tal manera que los ciudadanos pierden su intimidad y viven en zozobra constante ante el temor de ser arrestados y reeducados.

            Si bien ‘1984’ es una obra de ficción, podemos ver algunos de los aspectos descritos por Orwell en las dictaduras que han surgido desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad; tal es el caso de las quemas de libros en la Alemania nazi, la persecución de la religión en la Unión Soviética y en China, el genocidio de un cuarto de la población camboyana bajo la dictadura de Pol Pot y su partido, el “Khmer Rojo”, o el control total de las telecomunicaciones en Corea del Norte y en Afganistán hasta el día de hoy; no se hable ya de la deplorable situación económica y social que día a día tienen que soportar los pueblos de Cuba y Venezuela.

            Si algo bueno se puede rescatar de las dictaduras es que el control ejercido por un líder progresista, como en el caso del Porfiriato en México, puede de hecho mejorar las condiciones económicas y sociales de un país. Durante los treinta y un años que el general Porfirio Díaz Mori gobernó a México   se construyeron más de 19 000 kilómetros de vías férreas gracias a la inversión extranjera, el país quedó comunicado por la red telegráfica, se realizaron inversiones de capital extranjero en minería, agricultura, petróleo, entre otros rubros y se impulsó la industria nacional, la educación y la salud pública, así como la creación de la Universidad Nacional Autónoma de México y muchas otras obras sociales.

            Si hoy se describe al Porfiriato como una etapa de represión y desigualdad social es porque, como ya mencionamos en otra aparición de esta columna “la Historia la escriben los vencedores”, y en el caso de nuestro país la historia oficialista ha sido muchas veces manipulada para justificar los más de 70 años de gobierno del Partido Revolucionario Institucional, aquel que el gran  escritor peruano Mario Vargas Llosa –ganador del Premio Nobel de Literatura en 2010- definiera como “la dictadura perfecta”.

            Como reflexión final de este tema cabe contemplar los cambios que el actual partido gobernante ha impulsado para concentrar el poder político en el Ejecutivo, establecer una “Suprema Corte de Justicia” por medio de una elección fraudulenta a todas luces, controlar los medios de telecomunicación y hasta reprimir el ejercicio del periodismo en casos señalados y pensar si el modelo dictatorial de una Venezuela o una Cuba son lo que queremos para nuestro futuro, pero sobre todo para el de las futuras generaciones. Una vez más cito a Edmund Burke:

“Lo único que hace falta para que el mal triunfe es que los hombres buenos se queden sin hacer nada”

Deseo a todos un buen fin de semana, amables lectores.

Valente Salazar Díaz

Colaborador

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