La Nochebuena, la noche del 24 de diciembre previa a la celebración de la Navidad, tiene un origen que se remonta a las antiguas tradiciones paganas y cristianas.
En el mundo pagano, la Nochebuena se vinculaba con el solsticio de invierno, el momento del año en que los días comienzan a alargarse nuevamente. Diversas culturas antiguas, como los celtas, los germanos y los romanos, celebraban festividades en torno a esta época del año, marcada por el renacimiento de la luz y la esperanza.
Posteriormente, cuando el cristianismo se extendió por Europa, la Iglesia buscó incorporar estas tradiciones paganas a la celebración de la Navidad. Así, la Nochebuena pasó a conmemorar el nacimiento de Jesús, considerado como la "luz del mundo" que ilumina a la humanidad.
Algunas de las tradiciones más arraigadas de la Nochebuena, como la decoración con árboles, el intercambio de regalos y la cena familiar, tienen sus orígenes en estas antiguas celebraciones de carácter tanto religioso como popular.
De este modo, la Nochebuena se ha convertido en una festividad cargada de simbolismo, que reúne creencias y costumbres de diversas procedencias en torno a la celebración del nacimiento de Jesús y el renacimiento de la luz en el solsticio de invierno.
San Francisco de Asís, fue el santo que eligió el 24 de diciembre como el día de Navidad. En tiempos de turbulencia bélica en la Italia medieval, Francisco de Asís fue el monje que inició la tradición de celebrar la Navidad una vez al año.
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