top of page

Los 20 billetes de mil pesos que huelen a imprenta

En Veracruz, dicen, la ayuda llegó envuelta en un silencio incómodo y en billetes recién impresos. Poza Rica y Álamo fueron testigos de un espectáculo que parece más ritual político que acto humanitario: miles de damnificados formados bajo el sol, recibiendo sobres con veinte billetes de mil pesos, todos completamente nuevos, aún con el brillo de la tinta fresca.


Las autoridades lo llamaron apoyo, los economistas lo llaman sospecha y el pueblo, simplemente, lo llama raro. Porque ningún programa social transparente reparte millones en efectivo con billetes recién salidos de la Casa de la Moneda. Y menos aún, cuando no existe un solo documento público que explique de qué partida presupuestal salieron esos recursos. Ni oficio, ni clave de gasto, ni número de transferencia. Solo fotos propagandísticas y discursos reciclados sobre la “solidaridad del gobierno”.


La Secretaría de Bienestar asegura que se trata de fondos federales para damnificados. Pero el Banco de México no ha informado de ninguna emisión extraordinaria ni aumento en la circulación de billetes de mil pesos. Y, para colmo, el dinero fue entregado en efectivo, mano a mano, sin trazabilidad bancaria, sin dispersión digital, sin control financiero verificable.


En Veracruz ya se habla de “dinero fantasma”, de “billetes impresos sin respaldo”, de “dinero electoral disfrazado de auxilio”. Tal vez exageraciones, tal vez intuiciones colectivas… pero intuiciones que nacen de una certeza amarga: cuando un gobierno no explica el origen de su dinero, está jugando con fuego. Porque si los billetes se imprimieron fuera de control, lo que viene no es ayuda, sino inflación.

ree

Comentarios


    bottom of page