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Cavilaciones del Dr. Caturra


Los niños dotados

 

Hace muchísimo tiempo, se dice, un pastor de cabras en Etiopía se dio cuenta de que sus animales, después de consumir las cerezas de un arbusto en especial, se comportaban de modo extraño. Obviamente, las probó, de seguro con el paso de los años a alguien se le ocurrió prepararlas como alimento, hicieron infusiones, hasta que los granos cayeron accidentalmente en el fuego y descubrieron su delicioso aroma y su poder estimulante. Lo demás podemos intuirlo.

 

Encontrar una definición exacta sobre lo que significa “Niño dotado o súper dotado” es complejo, algunos expertos dicen que el 3% de la población infantil tiene un don o dote, otros más afirman que hay hasta 15% de niños superdotados regados por el mundo.

 

Estos niños destacan en algunos ámbitos de las ciencias, las artes, los deportes y las ciencias sociales; hay niños que destacan en todos los campos y se llaman polímatas.

 


¿Qué hace especial a un niño dotado? La primera señal es el desarrollo intelectual precoz del menor; aprenderá muy temprano a leer y escribir, realizará operaciones aritméticas, será sensible al arte, jugará ajedrez, dominará otros idiomas, hablará con fluidez, utilizará términos poco comunes.

 

La gran desventaja es que será un niño incomprendido, se le tachará de problemático, engreído, soberbio; se buscará frenar su crecimiento y tal vez sus alas sean cortadas con lamentables maniobras educativas y represivas, volviéndolo un ser humano resentido con la vida y la humanidad.

 

Al no ser comprendido, se le tachará de anormal, fenómeno, anomalía genética, sabelotodo, cerebrillo, se va a preocupar su ambiente por mostrarle que existen medios para hacerle ver que no es nada, ni nadie; a fuerza de golpes, muchos van a desear frenarlos, bajar su autoestima es una meta urgente para aquellos que se sientan amenazados con su mayor inteligencia.

 

Nuestra urgencia, amables lectores, tendrá que ser protegerles, acogerlos, ayudarles a desarrollarse, afianzar su autoestima, que sean sensibles y humildes; brindarles seguridad hasta que puedan valerse por sí solos. Por otra parte, es urgente también alimentar a su espíritu sediento de ser, estar, hacer y saber.

 

¿Cómo se encausa un niño dotado? Para comenzar, le recuerdo que no existe fuerza más poderosa para hacer crecer a un ser humano que el amor, acompañado siempre de la más efectiva herramienta que forja espíritus fuertes: la disciplina.

 

Hágase de una biblioteca grande, los libros con fotografías, diagramas o ilustraciones son buenísimos, enciclopedias, diccionarios y cuentos; tenga muchos vídeos, documentales sobre todo; enséñele a escuchar música, si está a su alcance invierta en iniciación musical y que aprenda a tocar un instrumento, el de su elección. Enséñele ética, estética, filosofía, derecho, matemáticas, física, biología, química; de igual modo idiomas, gramática, lexicografía, semántica, semiótica, filología y todo aquello que vaya solicitando.

 

Que aprenda defensa personal ayudará enormemente, pues las artes marciales no sólo le enseñarán a defenderse, sino que además le darán paciencia, equilibrio y la maravillosa herramienta de saber cuándo no debe pelearse.

 

El ajedrez, en cambio, es una magnifica disciplina por asimilar, pues le enseñará estrategia, le ayudará a leer los movimientos inmediatos y futuros de sus adversarios para poder neutralizarlos, debe aprender a perder de vez en cuando y asumir que quien pierde aprende más. La derrota no es una desgracia, es la oportunidad de prepararse más y mejor. Al final, se dará cuenta que vencer o ganar no es la verdadera meta.

 

La oratoria tiene un quehacer vital en la vida del niño dotado, le dará dicción, lógica discursiva, ilación, fluidez en el manejo de ideas para compartirlas; le otorgará confianza frente agrupo, lo orientará hacia la senda del líder.

 

Que aprenda espiritualidad, que sepa que hay reglas cósmicas, leyes universales que rigen a la inmensidad y que nos debemos a ellas por bondad; que aprenda el imperativo categórico kantiano para poder confluir con sus iguales, sean estos menos o más aventajados y que sepa estar feliz bajo esa condición.

 

Enseñemos paciencia, a manejar el estrés, a buscar el placer elevado, a investigar, a reconocer nuestros límites para afianzar nuestras fortalezas y a aceptar nuestras debilidades; al final seremos dotados, pero jamás perfectos y eso se debe aprender.

 

Cavilemos amables amigas y amigos, para que ese niño entienda que la única y verdadera discapacidad es el desamor que, pese a todo, vale la pena estar vivo y celebrarlo.

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